¿Quién vigila a los vigilantes? En el caso de España, nadie. Es la mano
izquierda quien fiscaliza a la derecha, bajo las ordenes de un mismo
cerebro. Son los propios partidos quienes nombran a los miembros del
Tribunal de Cuentas que examinan su contabilidad. ¿El resultado de esa
dependencia casi jerárquica? A la vista está. El Tribunal de Cuentas
entrega sus informes con cinco años de retraso, justo el plazo en el que
prescribe el delito de financiación ilegal. Sus investigaciones nunca
han encontrado ni uno solo de losgrandes escándalos de corrupción. Ni
los sobres de Bárcenas, ni la Gürtel, ni el Palau, ni Nöos ni los Eres
de Andalucía han sido descubiertos por este inútil órgano de control que
está capturado por sus supuestos vigilados. ¿La solución? Basta con
mirar al extranjero: consiste en crear organismos formados por personas
realmente independientes del poder político, nombrados por mayorías
cualificadas, con mandatos irrevocables y también no renovables. Es lo
que hacen en Francia, donde –por ejemplo– las cuentas de la campaña del
expresidente Nicolas Sarkozy han sido rechazadas; esto implica que su
partido perderá gran parte de sus subvenciones oficiales. Se trata de la
contabilidad de 2012. En España, no sabremos cómo fueron las cuentas de
los partidos en ese año hasta 2017, con suerte. Y si aparece alguna
irregularidad, no habrá tampoco una durísima sanción.
[FUENTE: eldiaro.es]
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