jueves, 25 de julio de 2013

TRAGEDIA EN SANTIAGO

Tristeza e impotencia sufrimos los españoles desde las 20.41 horas de ayer. Una terrible catástrofe ha ocurrido cerca de Santiago de compostela, en la que un tren Avant -de la linea de alta velocidad española AVE- ha descarrilado en una curva cerrada a apenas cuatro kilómetros de la ciudad en la que estaba previsto para hoy los actos de la festividad de Santiago, su patrón. La catástrofe ha sido mayúscula, sobretodo atendiendo a la cifra de muertos y heridos, cuyas cifras se elevan a estas horas a más de 80 fallecidos y cerca de 130 heridos, de los que 32 están en estado grave. Las imágenes del accidente llevan todo el día bombardeandonos desde la televisión y a través de todos los medios -prensa, internet, radio-, pero no dejan de ser impactantes por mucho que las veamos. De momento se baraja un exceso de velocidad como posible causa del accidente, aunque en este caso -como en la gran mayoría- seguramente se trate de una acumulación de causas, fallos, distracciones o averías (ver noticia). Porque si bien es posible que el maquinista excediera la limitación de 80 km/h que tenía la curva, también es curioso que el sistema ASFA no le avisase ni intentase detener el tren mediante el frenado de emergencia, que una curva tan cerrada no tuviese un peralte suficiente para absorver posibles excesos de velocidad, que fallase el sistema de frenado del tren, o vayanse ustedes a saber qué más. El caso es que el dolor se ha hecho protagonista indiscutible en la festividad de Santiago y solo nos queda manifestar nuestro más sentido pésame a los familiares de los fallecidos y nuestro mayor apoyo a los que todavía están esperando en alguna sala de hospital. Y pedir que se exclarezca bien -y pronto- las causas y responsables de lo ocurrido, no queremos dejar que nos engañen y hagan olvidar con otras cosas, para no culpar a personas demasiado importantes.


[FUENTE: elmundo.es]

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