miércoles, 20 de febrero de 2013

REMORDIMIENTOS DE CONCIENCIA

Boiko Borisov, primer ministro de Bulgaria, ha anunciado hoy la dimisión en pleno de su gobierno después de diez días de protestas en las calles en las que, en su afán por controlar a los indignados, se han cobrado muchos, demasiados, heridos por las fuerzas de seguridad. Al parecer, el pueblo búlgaro lleva soportando también sus propios recortes durante muchos años y la gota que ha colmado el vaso ha sido la subida desproporcionada en la factura de la luz, sobre todo en pleno invierno. Para ponernos en antecedentes, cabría añadir que el pasado lunes, después de una semana de movilizaciones y manifestaciones por parte de la ciudadanía, el ministro de finanzas Dyankov fue obligado a renunciar a su cargo y seguidamente, el martes, el gobierno anunció una bajada de precio de la electricidad (ver noticia). Pero al parecer nada de esto ha sido suficiente, por lo que Borisov se despidió de su puesto diciendo, entre otras cosas, "No voy a participar en un Gobierno bajo cuyo mandato la policía está golpeando al pueblo".
Tras esta sorprendente -sobretodo visto desde España- renuncia de un gobierno vencida por la presión popular se abren muchos interrogantes. Como casi siempre que sucede algo parecido en algún otro país, aunque se antoja como apremiante una respuesta rápida y sincera a si será el nuevo gobierno realmente la solución a sus problemas. Esto, suponiendo que sea nuevo. Porque bien podía darse el caso que la alternativa al saliente no fuera factible o deseable y terminasen regresando los que ahora salen, bien sólos o en coalición. Cosas más raras se han visto, si no recuerden las bochornosas elecciones griegas de hace tan solo un año. En fin, se me antojan multitud de similitudes, pero la que me viene con más fuerza -y supongo que a muchos de ustedes también- es si será capaz nuestro gobierno de ser igual de comprensivo con los ciudadanos que les votaron -y los que no también- y emule el ejEmplo búlgaro ante el clamor popular. Es una idea descabellada, me dirán, y no se lo niego. Porque durante tantos largos años de democracia han conseguido que aprendamos una cosa en este país: que nadie dimite, mientras pueda cargarle la culpa a otro. Y no creo que el gobierno actual vaya a ser la excepción a esta regla, por desgracia.



[FUENTE: publico.es]

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Adelante, no te cortes, ¡comenta!