jueves, 14 de marzo de 2013

SANGRE NUEVA

Xi Jinping ha sido elegido formalmente como presidente de China. Así se decidió ayer en el congreso general del Partido Comunista de China. El nuevo presidente ha abogado por fomentar el desarrollo económico a través de la innovación científica y tecnológica, a fin de garantizar la hegemonía del gigante asiático durante las próximas décadas y de superar los problemas crónicos de China. Sin embargo, el PCCh se ha comprometido a que este desarrollo económico se traduzca en mejoras sociales mediante un programa de subsidios estatales, así como programas de vivienda, educativos y sanitarios (ver noticia).
Además ayer conocimos a nuestro nuevo Papa de Roma. Un papa que sonríe, que da las buenas tardes, que hace una broma apenas unos minutos después de recibir sobre sus hombros el peso entero de una Iglesia lastimada, que pide la bendición antes de darla, que es jesuita como tantos otros que consiguieron hacer caminar de la mano la fe y el conocimiento, que vivía en un apartamento en vez de en un palacio cardenalicio y se montaba en el transporte público para ir a confortar a los enfermos y a los pobres, un papa que hace ocho años pudo serlo y dijo que pase de mí este cáliz, un papa que viene del contiente americano, que tiene cara de buena persona y que elige el sencillo nombre de Francisco es una oportunidad a la esperanza (ver noticia).
Dos nombramientos que coinciden en el tiempo, dos personas que en apariencia rompen con los estereotipos de su cargo, en las que se depositan grandes esperanzas y buenos propósitos -como cada vez que hay un cambio de lider a estos niveles tan importantes-. Aunque, a la postre, no dejan de ser dos simples personas, con sus luces y sus sombras, que las tienen. Por eso son personas y no dioses.
Considerando todo esto, prefiero posicionarme -aunque con cierta reticencia- en el bando de los esperanzados, y desearles toda la suerte en sus tareas, que son enormes.


[FUENTES: elperiodico.com / 20minutos.es]

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